El origen de la heráldica se pierde en la noche de los tiempos, en la época en que los guerreros se protegían del mal y demostraban su agresividad decorando sus escudos con símbolos y marcas protectoras. Más adelante, la verdadera Heráldica surgió, en la época de las Cruzadas, en la que los caballeros lucían sus escudos de armas como medio para identificarse en la batalla, convirtiéndose estos posteriormente en emblemas de nobleza. La Heráldica se originó pues en los círculos de la más alta nobleza, propagándose posteriormente a otras capas de la sociedad. La concesión del escudo de armas se realizaba pues a un determinado individuo con el derecho a perpetuarlo en su linaje. Quien fuera el principal ancestro y tronco propagador de este ilustre linaje se ignora por su remota antigüedad, siendo tradicional e inmemorial la nobleza de sus hijos, los cuales han gozado siempre y en todas partes de la consideración y preeminencia correspondientes a sus lustrosos nacimientos, no siendo la más esclarecida de sus líneas la que se arraigó y floreció en Portugal. Basados en estudios del origen de este apellido podemos asegurar que el mismo ha sufrido con el correr de los siglos variaciones dialectales u otras como contracciones, diminutivos, lenitivos, errores debido a malas transcripciones y pronunciación, usándose Fragoso, Fraguero y Fragueiro como uno mismo. Con el reinado de Don Joao III, se estableció en Portugal Pedro Fragueiro, hijo de Octaviano Fragueiro, Duque de Génova, quien por servicio a su patria y a su Soberano Joao III, fue premiado en innumerables ocasiones. Otra rama de esta familia se asentó en España, con registros de ella por el siglo XI al XIV, particularmente en la batalla de Uclés, donde fue muerto el infante D. Sancho hijo de Alfonso VI "El Batallador", Rey de Castilla y León y de Doña Zaida, hija de Motamid de Sevilla. Las referencias de esta familia parecen precisarse con más frecuencia desde el siglo XV al XIX.
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