Eran las décadas del 50 y 60, cuando niño, en San Vicente de Bahía de Caráquez, Manabí, Ecuador, su lugar natal. El apellido Falcones era muy común, y todos estábamos emparentados. Varias familias eran Falcones Falcones. En ese pequeño entorno nos conocíamos y sabíamos de donde veníamos. Al llegar a Guayaquil la gran ciudad, el puerto principal, eramos pocos Falcones y la mayoría del mismo origen. Nunca nos interesó conocer más allá de nuestros ancestros locales, eramos producto del mestizaje, imaginábamos parte de nuestra herencia genética en algún lugar de España. En cuarto año de secundaria, cuando estudiábamos literatura,tuvimos el primer encuentro que nos relacionaba con la España medieval. En el Cantar de Mio Cid, en sus primeras estrofas se deja por sentado el entorno nobiliario de los protagonistas y sus carencias por la guerra: La cetrería, ocupación vicaria de la guerra en tiempos de paz: "e sin falcones e sin adtores mudados". Luego con Juan Montalvo escritor del siglo 19, cuando leíamos sus críticas a quienes pretendían darle lustre a sus vidas cambiándole el significado a sus apellidos, encontramos el humilde apellido castizo Falcones que se lo adulteraba para darle mayor significación y entonces a lo Italiano se lo transforma en Falconi, a lo inglés en Falcón y a lo alemán en Falconef. Posteriormente en la literatura nacional se lo menciona ligado a un humilde personaje de apellido Falcones, elevado a héroe en el imaginario novelesco, por ser el sirviente, empleado doméstico que transportaba a Joaquín Gallegos Lara novelista y ensayista del siglo 20. Llevamos dentro el afán escondido de buscar nuestras raíces. En el Siglo primero Lucas el médico e historiador buscó y encontró la genealogía completa del mesías hasta su origen en Adán el primer hombre. En la actualidad cuando buscamos en la red el significado de Falcones, no existe esta palabra en el diccionario y la referencia más relevante es “la Catedral del mar” Ildefonso Falcones; en la isla San Sebastián de Gomera de las Canarias, en el camino de Alajeró hacia la playa de Santiago se encuentran la punta del becerro y la punta de Falcones; y la Calle Ildefonso Falcones en el ayuntamiento de Juviles, en la provincia de Granada. Si buscamos con la palabra Halcón encontramos su raíz Falco que en latín significa Hoz, en referencia a la silueta de las alas largas y puntiagudas del halcón en vuelo, que es la característica de las aves de la familia Falconidae. Pero de seguro, no fue la característica de forma lo que llevó a un grupo humano, elegir la palabra Falcones en representación de su grupo Familiar. La cetrería una práctica nobiliaria reservada para reyes y grandes señores, es la actividad de cazar con aves rapaces, especialmente con halcones, para la captura de especies de aire o de tierra. Biológicamente se trata de una simbiosis entre hombre y animal, una relación en la que ambas especies se benefician, en la que por primera vez el hombre no sometió al animal al yugo y al látigo, lo entrenó con amor y esmero. Identificarse con el Halcón no solo era por el alto grado de identificación del estamento nobiliario con estas aves de caza, sino por su inteligencia su fortaleza y sus habilidades en el vuelo, por su capacidad de lanzarse en picado a altas velocidades para agarrar su presa. Es dable suponer que tenemos el afán de arrimarnos a un personaje o a una noble ave para darle lustre a un nombre, pero esto solo es posible, en la medida que cada quien logremos darle lustre a nuestra propia vida. Se dice que el Apellido Falcones en España lo tienen 270 personas como primer apellido, 245 como segundo apellido y 10 en ambos apellidos. En el mundo está en el puesto 98.911 de apellido más común en el mundo. Aproximadamente 4.247 personas ostenta este apellido y la mayoría están en Ecuador y USA. Nuestros ancestros fueron prolíficos, tenían más de diez descendientes por parejas, más de cinco varones. Los actuales estamos en regresión, hemos limitado la capacidad de reproducción a menos de uno por pareja. Por lo menos tenemos la responsabilidad de aumentar el número, cuantitativamente, no somos los responsables del calentamiento global. Gabriel Falcones Paredes Ondina Falcones Paredes