Son las ninfas de la mitología de la montaña Cantábrica, asturiana y leonesa. Jóvenes de menudas y correctas formas poseen una extraordinaria belleza, y su mirada es invitadora y fascinante. Habitan recónditas grutas bajo las transparentes aguas de las fuentes, donde tejen fabulosas madejas de oro y tienen encantadas a damas y caballeros, pero, sobre todo, a gran número de mozos aldeanos. En los atardeceres sosegados salen, durante la noche, para correr ligeras y suaves como la brisa por entre los bosques, o sobre la cumbre de los montes, recortándose con la larga y fina cabellera al viento. En cuanto apunta el sol se recogen nuevamente en sus grutas. Unicamente en la mañana de San Juan, salen coronadas de rosas blancas bailando en círculo alrededor de la Xana reina. Ella tiene figura de normales proporciones y una mayor belleza. Todas cantan el nacimiento de la flor del agua, que es deseado trofeo de la gente joven aldeana, porque quien la logre desencantará a caballero o dama - según el sexo - que será su pareja en venturoso azar.
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