Muy antiguo apellido castellano de origen toponímico, relativamente frecuente y repartido por España e Iberoamérica.
Procede, en general, del nombre de la población de Vargas (Cantabria), nombre nacido a partir del sustantivo antiguo y dialectal –varga-, que significó “cabaña, choza” y “pendiente, ladera”.
La voz fue común en Castilla, León, Asturias, Galicia, Cantabria y Navarra. Desde el año 1083 en que Don Alonso VI reconquistó de los moros la villa de Madrid, ocupa un lugar en los anales de la villa el ilustre linaje de Vargas, siendo el primero de este apellido de quién se tiene noticia Iván o Juan de Vargas, esforzado guerrero que auxilió al citado Monarca.
Pedro Ibáñez de Vargas, hijo del anterior, acompañó a Alonso VI a la conquista de Toledo, en el año 1085, donde fue muy bien heredado, según costumbre de la época, y fundó a media legua de dicha ciudad un lugar que de su nombre se llamó Vargas y fue el primitivo solar de los Vargas de Toledo, cuyas ramas, con el tiempo, se extendieron por otras tierras de la Península. El antiguo Cronista Argote de Molina, en su “Nobleza de Andalucía”, señala que los este linaje eran originarios de las Montañas de Burgos, con casa solar sita en el Valle de Toranzo (Cantabria). Otra muy antigua casa tuvo en Villasevil, del Valle de Toranzo, y otra hubo en tierras de Limia, junto a Celanova (Galicia).
El historiador Labayru recoge otra casa armera en la villa de Bilbao (Vizcaya), y otros historiadores hacen mención a una antigua y noble casa en Belchite (Zaragoza). Probaron su nobleza, en repetidas ocasiones, los Vargas ante las Reales Chancillerías de Valladolid y Granada, así como para su ingreso en las Órdenes Militares.
Armas.- Unos Vargas trajeron: En gules, cinco bezantes, de oro.
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