El origen de la heráldica se pierde en la noche de los tiempos, en la época en que los guerreros se protegían del mal y demostraban su agresividad decorando sus escudos con símbolos y marcas protectores. Más adelante, la verdadera Heráldica surgió, en la época de las cruzadas, en la que los caballeros lucían sus escudos de armas como medio para identificarse en la batalla, convirtiéndose estos posteriormente en emblemas de nobleza. La Heráldica se originó pues en los círculos de la más alta nobleza, propagándose posteriormente a otras capas de la sociedad. La concesión del escudo de armas se realizaba pues a un determinado individuo con el derecho a perpetuarlo en su linaje. Quien fuera el principal ancestro y tronco propagador de este ilustre linaje se ignora por su remota antigüedad, siendo tradicional e inmemorial la nobleza de sus hijos, los cuales han gozado siempre y en todas partes de la consideración y preeminencia correspondientes a sus lustrosos nacimientos, no siendo la más esclarecida de sus líneas la que se arraigó y floreció en León. Por referencias de historiadores de la época y otras averiguadas por Araldis en los archivos de ciudades y otros privados, podríamos afirmar, que el primer registro y escudo de esta familia apareció inicialmente desde el siglo XI al XIV, particularmente en la defensa de León el año 988, formando parte del servicio del conde Gonzalvo, a pesar de la destrucción y aniquilamiento, el miembro de esta familia logró huir y unirse a la guerrilla contra Almanzor. Las referencias de esta familia parecen precisarse con más frecuencia desde el siglo XV al XIX en especial los hechos de la negociación con los franceses en el Tratado de la "Devolución" de los Países Bajos a Francia en 1662, reinando Felipe IV.
Armas:
Partido en palo, 1º enc ampo de gules, 2º en campo de sinople, guerrero armado, con una bandera de plata y mastil de sable. Bordura de plata con ocho armiños de sable.
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