Cabalá y Vida Moderna- Viviendo con el Tiempo
El Día de las Madres Judías
Un Mensaje de Torá para el 11 de Jeshvan el iortzait (aniversario del fallecimiento) de nuestra matriarca Rajel
Rajel
Rajel es la matriarca espiritual del Pueblo Judío, que fue esparcido por el mundo.
Rajel personifica el clamor por el retorno espiritual y físico de todos los judíos.
Rajel es la que se reusa a ser reconfortada hasta que se concrete el retorno de sus hijos (Jeremías 31:14)
El 11 de Jeshvan ha sido declarado el “Día Internacional de la Unidad de la Mujer Judía”.
A continuación ofrecemos una explicación profunda y conmovedora del simbolismo relacionado con Rajel Imeinu.
Nuestra matriarca Rajel, la esposa amada de Iacov, personifica para el pueblo judío el poder innato del alma y su devoción conciente de despertar la misericordia de Di-s para redimir a Sus hijos del exilio y traerlos a la Tierra Prometida. Esto lo hace con lágrimas y plegaria sincera.
En las Palabras del profeta Jeremías:
Así dice Di-s:
“Una voz es oída en Ramá, lamentación y amargo llanto; Rajel llora por sus hijos, se niega a ser reconfortada, por sus hijos, que no está.”
Así dice Di-s:
“Guarda tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; porque hay recompensa por tu esfuerzo, dice Di-s; y ellos volverán de la tierra del enemigo. Y hay esperanza para tu futuro, dice Di-s, y los hijos volverán a su frontera.”
Recitamos esta profecía como Haftará (lectura sabática de las escrituras a continuación de la lectura de la sección correspondiente de la Torá) del segundo día de Rosh HaShaná.
Rosh HaShaná, el “día de recordación”, es el día en que Rajel, después de haber sido estéril por muchos años, fue recordada por Di-s para tener un hijo. Treinta años después, en el mismo día de Rosh HaShaná, ese hijo Iosef fue liberado de la prisión y nombrado virrey de Egipto.
La frase de la profecía “por sus hijos, que no está”, en donde Rajel llora, se refiere en particular a su hijo Iosef , el representante espiritual de las tribus exiliadas de Israel.
En cabalá se enseña que los doce meses del año judío tienen dos rosh, "cabezas" o meses “padres”: el mes de Nisan es el “padre” de todos los meses del año, mientras que Tishrei es la madre. El shofar de Rosh HaShaná simboliza en cabalá el útero materno, y su sonido el nacimiento de un nuevo (y bendito) año.
El valor numérico de Rosh HaShaná, 861, equivale a la suma de todos los números del 1 al 41 (denominado matemáticamente el “triángulo” de 41), siendo el número 41 el valor numérico de la palabra em (“madre”). 861 es también el valor de beit hamikdash (“el Templo Sagrado”), que para la mujer, la madre, simboliza la casa y la construcción de un santuario sagrado para su familia.
Antes de hacer sonar el shofar en Rosh HaShaná, meditamos sobre el nombre de Di-s de 22 letras, cuyo valor numérico es 1681, el cuadrado de 41. Este es el Nombre que está codificado en la bendición sacerdotal, la fuente de toda bendición para un año bueno y dulce.
El Iortzait (aniversario del falecimiento) de nuestra matriarca Rajel cae el 11 de Jeshvan, el mes que sigue a Tishrei, y como este siempre posee 30 días, esta fecha es el día 41 desde el comienzo del año, por eso es el iom haem (día de la madre).
Este período completo de cuarenta y un días puede entonces ser entendido como una continuación y extensión del servicio espiritual de Rosh HaShaná (que es la suma del 1 al 41 como ya dijimos). El iortzait de Rajel es la consumación del nacimiento del año desde el útero materno. En este mismo día da a luz a su segundo hijo, Biniamín, devolviendo en el parto su alma al Creador.
Enseñan nuestros sabios que “los portales de las lágrimas nunca se cierran”; en la plegaria de la medianoche, conocida como tikun Rajel (“la rectificación de Rajel”), reflexionamos que el nombre “Rajel” equivale a 238, que es igual a 2 x 119, siendo 119 el valor numérico de la palabra dimá, “lágrima”.
Así, nuestra madre Rajel personifica las dos lágrimas “cósmicas” de la Shejiná (la presencia inmanente y revelada de Di-s en nuestro mundo), que brotan de sus ojos y despiertan la misericordia sobre el pueblo de Israel.
Estas dos lágrimas corresponden a los dos días de Rosh HaShaná (la haftará de Rajel se lee en el segundo día, cuando ambas lágrimas ya han sido derramadas).
La palabra “lágrima”, 119, equivale numéricamente a la palabra meat (“pequeño” o “poco”). Di-s prometió al pueblo judío que va a expulsar a nuestros enemigos de nuestra tierra, que vamos a heredar y asentarnos en ella “poco a poco” (meat meat). A pesar de que la Torá declara explícitamente que esto significa “no en un año…”, el proceso puede acelerarse por cierto de acuerdo a nuestros méritos.
El proceso que condujo a la redención de Iosef, el hijo de Rajel, no tomó un año sino dos, y cada uno de ellos pueden verse como correspondiendo a una de las lágrimas de Rajel.
Por otro lado, la frase “poco a poco” en si alude al servicio espiritual que ayuda a acelerar nuestra redención y heredar nuestra tierra, según la amplitud con que el alma judía (como pueblo, los hijos de Rajel) reconoce su “pequeñez” existencial y ´por ende su anulación frente a Di-s. Al recibir Su bendición, entonces El contestará rápidamente nuestras plegarias y nos reunirá con nuestra tierra natal, para cumplir nuestro destino y Su propósito de la creación.
Así encontramos que Di-s nos ama y nos elige porque “tu eres la más pequeña (meat) de todas las naciones”, que nuestros sabios interpretan como: “ustedes se consideran pequeños”.
Aprendemos también en jasidut [Igueret HaKodesh 21, al final] que a través de repetidos actos de caridad la Shejiná (personificada por Rajel) “nos sacude el polvo del exilio” meat meat, y nos eleva a nuestra completa estatura espiritual.
La palabra “sacudir” (mitnaer) puede leerse como “ser rejuvenecido” (la raíz naar significa “joven” y la forma gramatical reflexiva mitnaer significa “volverse joven nuevamente”). Al derramar dos lágrimas y experimentar pequeñez espiritual, rejuvenecemos personalmente y a nivel de pueblo.
Encontramos en el Zohar: “Aquel que es pequeño es [verdaderamente] grande”. Cuanto más pequeños somos a nuestros ojos, más grande aparecemos a los ojos de Di-s (y de hecho, a los ojos de las otras naciones).
Cada lágrima de nuestra madre Rajel alimenta en la conciencia de sus hijos el sentido de meat. Alimenta nuestra conciencia con sus lágrimas y nos lava, limpiándonos de nuestras imperfecciones espirituales.
La palabra “madre” (em) se escribe igual que “si” (im). El profeta Isaias dice: “Si (im) Di-s ha lavado la suciedad de las hijas de Zion…”, dando a entender que es el principio “madre” (personificado por nuestra matriarca Rajel, que en particular es conocida en cabalá como “la madre inferior”, la sefirá de maljut, cuyo Nombre Divino es Adnut, el Nombre de Di-s que aparece en ese versículo) que lava y limpia la suciedad de las hijas de Zion, las almas de sus hijos.
Ahora podemos visualizar a una de las dos lágrimas de Rajel como nutriendo nuestra conciencia desde adentro, y la segunda lavando nuestras almas desde afuera. Cada una corresponde a un estado de pequeñez, la primera al estado de nuestra pequeñez existencial innata frente al Todopoderoso infinito, y la segunda al reconocimiento de nuestro distanciamiento de Di-s (el más alejado, el más pequeño) debido a nuestras propias iniquidades.
Cuando este estado de conciencia completo y rectificado y reconocimiento es integrado dentro de nuestras almas, la palabra meat se invierte para transformarse en taam (“sabor”), el buen “sabor” de los secretos de la Torá, que son revelados por el Mashíaj, sea Su voluntad que venga y nos redima pronto en nuestros días. Amen.
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