De oro, seis aves de sable puestas en dos palos.
Se tienen indicios de una muy temprana población de este territorio, localizándose vestigios del paleolítico inferior en las zonas limítrofes del concejo.
De la época castrense hay cuatro asentamientos bien identificados, el llamado Palacio de Doña Urraca (conocido como castro de Doñapaya), en la parroquia de Peñaullán; el Pico El Castro, en Arango; El Cogollo, en Selgas; y las Corollas, en Folgueras.
Los romanos también supieron apreciar la posición estratégica de Pravia, estableciendo aquí un importante asentamiento, convirtiéndose en una de las zonas más romanizadas de la región. Desde el Bajo Nalón distribuían por vía marítima el oro extraído en las minas del occidente asturiano. En esta época, estuvo habitado por el pueblo astur de los paésicos. Este enclave era además el destino de la vía terrestre que desde Astorga cruzaba la cordillera por el puerto de La Mesa. Hoy se conserva en Bances un tramo de empedrado medieval sobre el primitivo trazado romano.
Se encontraron varios restos romanos en la zona, siendo el testimonio más importante de su presencia la Estela de Los Cabos, que representa a un personaje togado y que se encuentra hoy en el Museo Arqueológico de Oviedo. También es muy probable que Pravia haya heredado de los tiempos de la romanización su propio nombre, según la hipótesis bastante aceptada de que sea la Flavium Avia del emperador Flavio Vespasiano.
Pero el interés que demostraron nuestros antepasados por este territorio no se limita a los tiempos de la romanización. En los albores del reino de Asturias, Pravia tuvo un papel fundamental convirtiéndose en su capital en el año 774, bajo el reinado de Silo, casado con Adosinda, nieta de Pelayo e hija de Alfonso I. Y muy probablemente también tuvieron aqui su corte Mauregato (783-789) y Bermudo I (789-792). La reina Adosinda, se vió impelida a vivir more monástico en Santianes, donde se conserva la iglesia de San Juan, construida bajo el reinado de Silo. Desde allí juega un papel muy importante de lado de la ortodoxia junto con Beato de Liébana, del cual hay testimonios de su paso por Pravia, oponiéndose a la herejía adopcionalista del Obispo Elipando de Toledo que surge en este período.
Durante los tumultuosos tiempos medievales, la fertilidad de las vegas, y la estratégica situación de esta comarca la convierten en una de las más codiciadas por los distintos poderes. Poco a poco, el concejo fue fortaleciéndose hasta la fundación de la Puebla de Pravia en el siglo XIII, sólo precedida cronológicamente por las de Tineo y Llanes. Se tiene noticia de ella a través de un documento en el que Sancho IV hace la confirmación del instrumento fundacional otorgado por Fernando III, el único que este rey otorgó en Asturias, en una fecha indeterminada entre los años 1.233 y 1.240.
Durante el bajomedievo Pravia debió tener una población entre 700 y 1.000 habitantes, lo que la sitúa entre las polas de tamaño medio de las existentes entonces en Asturias. Su mercado data de fines del siglo XIV, aunque es problable que el privilegio date de los mismos tiempos que la fundación de la Puebla. El mercado se celebraba extramuros. Otro privilegio importante del que gozó la Puebla de Pravia fue el del alfolí que daba derecho al almacenamiento de sal y que detentaba junto con muy pocas localidades asturianas. La riqueza de la pesca del río Nalón no dejó de ser motivo de disputa por parte del Concejo con otros poderes como la Mitra de Oviedo. En el año 1.305, personeros de la Puebla y representantes del Obispo y el cabildo llegan a un acuerdo mediante el cual la Mitra se quedará con la mitad de los salmones capturados. Por otra parte, algunas de las rentas de la comarca se pagaban en salmones.
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