Roma, veinticinco de marzo de mil seiscientos diecisiete; lugar y fecha. Ahora un nombre y una firme e iluminada decisión; San José de Calasanz y la fundación de las Escuelas Pías. Se trata de una institución religiosa y docente que, en su origen, consistía en mejorar la instrucción primaria de los niños de familias humildes, privadas de los necesarios recursos económicos. La primera parroquia comenzó a funcionar en un suburbio romano de Trastevere. Más tarde, en 1.602, con no pocos esfuerzos, se pudo alquilar una casa en San Andrea della Valle y en el año 1.612, contando ya con un crecido número de alumnos, se instaló en el Palacio Torres, en Roma. La Congregación, mediante las oportunas gestiones, obtuvo la aprobación del Papa Paulo V, en el año 1.617, con los tres votos, más la obligación de enseñar con preferencia a los niños pobres y en el año 1.621, fue elevada a la categoría de Orden Religiosa. Pero ocurrió que, como toda obra humana, no estaba exenta de sufrir los ataques de aquellos que no la veían con buenos ojos, lo que provocó la acusación de que lo que en realidad hacía la orden, no era cumplir aquello a lo que estaba obligada, sino que por el contrario dedicaba sus esfuerzos a la educación de los hijos de las clases pudientes, con lo cual quedaba totalmente desvirtuado el propósito del fundador, San José de Calasanz. El Papa Clemente XII, intervino para dirimir la cuestión aceptando que, la Orden había sido aprobada para promover la enseñanza de los niños pobres, pero que esto no excluía la posibilidad de impartir también dicha enseñanza a los hijos de familias pudientes. No obstante todo lo anterior, para José de Calasanz, el futuro santo de la Iglesia, el objetivo de enseñar a los pobres tenía prioridad absoluta sobre cualquier otro aspecto de la Orden. Pero citar una Orden Religiosa sin dedicar el debido espacio a la personalidad de su Fundador, sería incongruente, por lo que, aunque en forma breve, nos referiremos a San José de Calasanz, quien con su esfuerzo y dedicación fue el elemento básico para la obra de las Escuelas Pías. Nació en la villa de Peralta de la Sal, de la provincia de Huesca en el mes de julio del año 1.557. Era el séptimo hijo de la familia Calasanz y fue un niño que al igual que todos, jugaba con sus amigos y hacía la vida normal de la infancia. A la edad de doce años, sus padres y el maestro del pueblo, decidieron enviarlo a estudiar a Estadilla, un pueblo cercano, lo que así se hizo, ingresando José en un internado. Fue un alumno muy aventajado, de forma que cuando regresó a su pueblo natal ya lo hizo con los estudios de Humanidades finalizados. En Peralta, contando dieciséis años, José ya tenía bien madurada la idea que se había apoderado de su mente: hacerse sacerdote. Con este proyecto, se trasladó a Lérida, en cuya Universidad cursó los estudios de Filosofía. Después, marcha a Valencia para aprender Teología y finalmente, acaba su carrera sacerdotal en Alcalá de Henares, por lo que es ordenado sacerdote en el año 1.583. Su labor comenzó en Monzón para pasar después al Monasterio de Montserrat. Más tarde asume el cargo de Visitador de la diócesis de Urgel. La brillantez con que desempeñó su trabajo, despertó el interés de su Obispo quien le animó a que ampliara sus estudios, doctorándose en Sagrada Teología. José de Calasanz se decide, pasando el examen lo que lo hace conseguir el doctorado. Así finaliza una etapa de su vida. La que ahora dará comienzo será la más importante y se inicia con su marcha a Roma. En la Ciudad Eterna pronto se hace notar y el Cardenal Antonio Colonna recurre a él en algunas ocasiones, encargándole la resolución de algunos asuntos que José desempeña con toda brillantez. Un hecho importantísimo se produce entonces en Roma un hecho lamentable y desgraciado. Sobre la ciudad se abate una terrible epidemia de peste y cuando todo el que puede huye de la población, aterrorizado, José de Calasanz, no sólo permanece en la urbe, sino que se lanza a la calle a aliviar a los enfermos, a poner todo su esfuerzo al servicio de los que sufren, sin atemorizarse ante el pensamiento de un contagio. Es el momento cumbre en la vida del futuro Santo porque es entonces cuando se da perfecta cuenta de la pobreza de las gentes. Y lo que más despierta su compasión es contemplar a numerosos niños vagabundeando de un lado para otro. Esta imagen despierta en él la idea de que la mejor solución para que aquellos muchachos no se hundan en la holgazanería o en la delincuencia, a las que les puede empujar su pobreza, es crear escuelas a donde puedan acudir. Hay que tener en cuenta la época: en el año 1.600, tan sólo podían recibir instrucción aquellos que tenían dinero para pagar los estudios de sus hijos. Los pobres no tenían ningún derecho y si sus hijos crecían y se desarrollaban carentes de toda enseñanza, eso a nadie le importaba. Pero José de Calasanz no puede llevar adelante su idea sin ayuda. Solicita ésta al Ayuntamiento y le es denegada. Pide después colaboración a los jesuitas, a los dominicos, y unos y otros le dan como contestación, primero evasivas y después, la negativa. Comprende que lo que ha de hacer, tiene que hacerlo solo. No se amilana y comienza a impartir clases gratuitas en la iglesia de Santa Dorotea, pero pronto, ante la cantidad de niños que acuden, el local se queda pequeño, muy pequeno y José, viendo que aumenta el número de alumnos se traslada a la Plaza de las Flores, alquilando una casa. Los niños que desean recibir una instrucción gratuita aumentan sin cesar y hay que buscar un local más amplio. Calasanz solicita la ayuda del Papa y como resultado, obtiene: primero el palacio Vestri y después el Manili. El Papa Paulo V, se ha convertido en un apoyo inestimable para José de Calasanz. Pero cuando las Escuelas Pías se hallaban en todo su auge, falleció este Pontífice, ocupando la silla papal Urbano VIII, que, al contrario de su predecesor causará enorme daño a la Orden Escolapia. Consciente o inconscientemente, presta crédito a ciertos informes malintencionados del padre escolapio Mateo Sozzi. ¿Qué motivos tuvo, este clérigo, para esforzarse en hacer desaparecer la Orden? Los ignoramos, pero el Papa decide destituir a José de Calasanz de su cargo de padre general y elige para substituirle a Mateo Sozzi. Este hizo todo lo posible para conseguir que la Orden desapareciera y así lo logró bajo el papado de Inocencio X. Ante tantas desventuras, la salud de José de Calasanz se resiente. El fin del Fundador de las Escuelas Pías se acercaba; una tarde tuvo que acostarse aquejado por fuertes dolores de hígado. Nunca más se levantaría. Cuando se dio cuenta de que su muerte estaba próxima pidió los Santos Sacramentos y expiró. La fecha fue de 25 de Agosto de 1.648 y el Fundador de la Escuelas Pías murió a la edad de noventa y un años. Pero su obra iba a continuar. Los padres escolapios que asistieron a su fallecimiento decidieron que el mejor homenaje que podían hacerle, era seguir la ruta que Calasanz les había marcado. Y su obra continuó llegando hasta nuestros días. El papa Benedicto XIV, beatificó a José de Calasanz, Clemente VIII, lo canonizó y finalmente, Pío XI, lo proclamó Patrón Universal de las Escuelas Cristianas. San José de Calasanz dejó, como su principal obra escrita, las "Constituciones", en las que se incluye la organización de sus Escuelas.
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