De oro cuatro palos de gules resaltados de una faja de sable cargada con un animal, de oro.
Los hallazgos prehistóricos nos demuestran la antigüedad de Inca. Su nombre prerrománico, según los lingüistas e historiadores, nos lo confirma todavía más. El hallazgo de una lápida romana en la Font Vella, dentro del antiguo Camp d’Oca (hoy zona de la Plaça del Bestiar), nos configura un tiempo latino que comienza con la venida a Mallorca de Quint Cecili Metel, en el año 123 a. de Cristo.
Hay un gran vacío dentro de nuestra historia y saltando siglos llegamos a la dominación islámica. Inca, durante este periodo, que acaba con la conquista de Mallorca por Jaume I, en 1229, es uno de los doce mercados en los cuales la isla está dividida. Inkan era su nombre. En el libro de la Crónica del Rei Conqueridor, o “Llibre dels feits”, podemos leer cómo la población es citada como “la mayor de las alquerías de Mallorca”.
Durante muchos años Inca, por su situación, cruce de caminos entre las bahías de Palma y Alcudia, adquiere una insospechada fuerza y se convierte en lugar de reunión o de vivienda de mucha gente venida desde Cataluña, Aragón y otras lugares del Mediterráneo. Será en el año 1391 cuando nuestra población se convierte en uno de los focos de una insurrección, la gran Revuelta Foránea, a causa de la cual los judíos que viven en una zona llamada ”El Pascolet”, por mandato del virrey, pasan a vivir en la zona urbana, entre el convento de los Franciscanos, el Mercado y la Parroquia de la Santa Maria de Inca, para mayor seguridad. Todavía se conserva la calle del Call. También sabemos que algunos de estos judíos habitaban en un lugar de la zona que actualmente es la calle de Martí Metge, que comienza al lado de la calle Vidal y desemboca en la carretera de Lluc, pasando por Selva y Caimari.
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