Iaco es un nombre masculino resultado de la contracción de Iacocon, que según algunos historiadores canarios, comentan que el nombre es de origen guanche y lo sitúan en la isla de Gran Canaria (Canarias), Iaco se sitúa el 17% (16 jóvenes con este nombre) en la provincia de L.P de Gran Canaria y un 78% (73 personas con este nombre) en la provincia de S/C de Tenerife y un 5% en el resto del territorio español. En la actualidad es un nombre bastante moderno ya que lo portan jóvenes con un promedio de edad de 19 años.
Como dato Curioso; en Marruecos se encuentra una ciudad con el nombre de Moulay Yacoub y en Algeria se encuentra la ciudad de Sidi Yacoub, ambas con el mismo prefijo que el nombre principal, cito estos datos porque hay una teoría que dice que los guanches, antiguos pobladores de Canarias provenían del norte de África y la mayoría de nombres y apellidos son a su vez toponímicos.
El río Iaco es un río amazónico, uno de los principales afluentes del río Purus, que nace en el Perú y tras un corto recorrido discurre por el estado brasileño de Acre. Tiene una longitud total de 480 km. Nace en el Perú, en el departamento de Madre de Dios, cerca de las fuentes del río Chandless y discurre en dirección noreste. Cruza la frontera y se interna en Brasil, atravesando el territorio indígena de Mamoadate, muy próximo a las fuentes del río Acre.
En la mitología griega, Yaco o Iaco (en griego antiguo Ἴακχος Iakkhos) es un epíteto de Dioniso, particularmente asociado con los misterios de Eleusis, donde era considerado un hijo de Zeus y Deméter. Yaco era el portador de la antorcha en la procesión desde Eleusis, siendo a veces considerado como el heraldo del «divino hijo» de la diosa, nacido en el Inframundo, y a veces el propio hijo de ésta. Se le llamaba «la estrella que lleva la luz de los misterios nocturnos», otorgándole posibles asociaciones con Sirio y Sothis. La mención más famosa de Yaco es en Las ranas de Aristófanes, donde un coro de mystae (‘los que saben callar’, es decir, los iniciados) le invocan como un bullicioso bailarín en el prado, servido por las Cárites, que «lanzan antorchas» y es comparado con una estrella que trae la luz a la oscuridad de los ritos. (Chevi)
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