Castellano de San Vicente de la Barquera (Santander) probó su nobleza varias veces en las órdenes de Santiago, Calatrava, Carlos I, San Juan de Jerusalén y en la Real Cancillería de Valladolid.
En el lugar de Soseaño, del Valle de Carranza y partido de Valmaseda (Vizcaya), radicó una casa de este apellido, de la que fue Manuel del Portillo, esposo de doña Antonia de Nestosa y Bárcena, y ambos padres de Juan de Portillo y Nestosa, que casó con doña Lucía de Ranedo y Pérez, a la que hizo madre de Francisco del Portillo y Ranedo, bautizado en Soseaño el 1º de Mayo de 1753, que tuvo esposa a doña Marina de la Paliza, en la que procreó a Francisco del Portillo y de la Paliza, bautizado en Soseaño el 20 de Noviembre de 1780, que fue vecino de Fuentespina (Burgos), y el 29 de Enero de 1806 obtuvo declaración de vizcainía en la Real Chancillería de Valladolid. Otra casa de este apellido radicó en la villa de Morentín, del partido de Estella, en Navara, cuyos indivisuos fueron reconocidos como nobles por la Real Audiencia de Pamplona en 1794.
Son sus armas: De oro, con una torre de piedra sobre ondas de agua de azur y plata, acostada de dos pinos de sinople, y un lebrel de su color, atado a la puerta con una cadena. El estudio del escudo heráldico familiar nos "habla" de quienes formaron el origen de la familia Del Portillo, pues esa era su función, la de manifestar a los demás sus elementos diferenciales, pues la inclusión del elemento torre significa que la nobleza es sólida y antigua, pues solamente los muy ricos podían costearse su construcción. Los esmaltes del arma de los Del Portillo pregonan los siguientes valores: el Oro es el símbolo del Sol, origen de la vida, sus características espirituales corresponden a la fé, clemencia, templanza, caridad y justicia, por otra parte dicho esmalte señala a la familia con la felicidad, el amor, la nobleza y el esplendor, es decir, es el más noble de los metales.
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