Apellido de origen toponímico, poco frecuente y repartido por España, con asientos notables en Madrid, León, Barcelona, Sevilla, Alicante, Badajoz, Cáceres, Asturias, Jaén, Navarra, etc. En general se escribe Encina, siendo “de la Encina” la forma primitiva de escritura del mismo. Procede del topónimo Encina, nombre de numerosos lugares en España, como Encina de San Silvestre (Salamanca), La Encina (Alicante), etc., cuyo nombre tomaron por apellido los progenitores de las familias hoy así apellidadas.
El topónimo Encina deriva del sustantivo castellano –encina-, “nombre de árbol”. Hubo, por tanto, distintas familias Encina, algunas de las cuales alcanzaron la nobleza. Así, ante la Real Chancillería de Valladolid probaron su hidalguía: Alonso de la Encina, vecino de Colmenar de Oreja, en 1653; Cristóbal de la Encina, vecino de Sepúlveda, en 1569; Fernando y Gabriel de la Encina, vecinos de Taracena, en 1673; Santiago de la Encina, vecino de Saechores, en 1715; Toribio de la Encina, vecino de Vega de Ríoponce, en 1733, y Vicente de la Encina, vecino de Villeza, en 1706.
Igual probanza hicieron ante la Real Chancillería de Granada: Juan de Encina, vecino de Huete (Cuenca), en 1574, y Francisco, Juan y Pedro Marcelino de la Encina, vecinos de Huete, en 1682. Armas.- En oro, una encina, de sinople, frutada de oro, y dos lebreles, de sable, manchados de plata, al pie del tronco, encontrados y atados al árbol con traílla de gules. Bordura de gules, con ocho aspas de oro.
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