Antiguo, relativamente frecuente y procedente de la voz –barrero-: “barrizal, lugar de donde se extrae arcilla o barro”. También fue apodo del que trabajada el barro o la arcilla. Hubo, por tanto, distintas familias apellidadas Barrero, no emparentadas entre sí. Una de ellas tuvo casa solar en Santillana del Mar (Cantabria), de la que salieron ramas que extendieron el apellido. Ante la “Real Chancillería de Valladolid” probaron su hidalguía: Álvaro Barrero, vecino de Castropol (Asturias), en 1717; Joaquín Álvarez Barrero, vecino de Rabanal de Abajo (León), en 1804; Tomás Álvarez Barrero y Llano, vecino de Aranda de Duero (Burgos), en 1703; Francisco Fernández Barrero, vecino del lugar de Valouta, en la Abadía de San Andrés de Espinadera, Concejo de Ibias (Cantabria), en 1778, y Miguel Francisco de Aumente y Barrero, vecino de Madrid, en 1779. Ante la Real Chancillería de Granada hicieron la misma probanza: Bernardo de Abreu Fernández Barrero, vecino de Écija (Sevilla), en 1737; Sebastián Álvarez Barrero, vecino de Almagro (Ciudad Real), en 1763, y Domingo Barrero y Taladris, nacido en Aumente (Cantabria), y hacendado en La Zubia (Granada), en 1765. Eugenio Barrero, vecino de Guareña (Badajoz), Alférez de Caballería en 1797, ingresó en la Militar Orden de Alcántara en dicho año.
Armas.- El “Repertorio de Blasones de la Comunidad Hispánica”, tomo letras A-CH, recoge para Barrero, en primer lugar: En campo de plata, dos lobos andantes, jaquelados de oro y sable, uno sobre otro.
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