AMAIA es el nombre de la ciudad cántabra asentada en lo alto de una fortaleza (Peña Amaya), y situada junto a la localidad del mismo nombre al N. de la actual provincia de Burgos, en lo que fue el límite S. de la Cantabria histórica, y en una estratégica situación como vigía y puerta de acceso para cualquiera que quisiera internarse en territorio cántabro.
La cita más antigua de esta ciudad la encontramos en el "Itinerario de Barro", hallado en Astorga (León), y fechado hacia finales del s. I o principios del s. II d.C.
Dicho Itinerario, y concretamente su placa I, describe la vía que iba desde Legio VII Gemina (León) hasta Portus Blendium (Suances o Puerto Calderón), en Cantabria.
En la citada placa se alude a las distancias que había entre las diferentes mansiones, expresadas en millas: .... desde Rhama hasta AMAIA, 18 millas; desde ésta hasta Villegia o Vellica, 5 millas; desde ésta hasta Legio IV, 5 millas; etc...
La segunda mención nos llega a través de la Chronica de Iohannes Biclarensis, en la que se explica que el rey visigodo Leovigildo, en el año 574 atacó Cantabria como parte de un plan para acabar con el reino suevo de Galicia; ocupó AMAIA, a la que Culican califica de capital de los cántabros, invadió sus haciendas y devolvió la provincia a su jurisdicción.
En un relieve del relicario de marfil de S. Millán de la Cogolla, fechado a principios del s. XI, se representa a Leovigildo castigando a los habitantes de Amaya, y en él figura la inscripción: Ubi Leovigildus rex Cantabros afficit ("En donde el rey Leovigildo castigó a los cántabros").
Con la invasión árabe, Amaya vuelve a reaparecer en la historia, ya que en ella se hicieron fuertes los cántabros que se oponían al invasor, dispuestos una vez más a defender su libertad con la fuerza de las armas; sin embargo, la falta de víveres les hizo capitular en el año 712 ante las tropas de Tarik.
Pero lo árabes no se establecen en la ciudad, ya que nuevamente Tarik, junto a su caudillo Musa ben Nusayr, ataca Amaya en el año 714, antes de internarse en Asturias y penetrar allí hasta la costa.
Durante el reinado de Alfonso I (739-757), primer rey de la monarquía asturiana e hijo de Pedro, Duque de Cantabria, aquél tomó la ciudad y la reconstruyó, pero el hecho de hallarse en "tierra de nadie" y ser objeto de frecuentes incursiones por parte del enemigo, hizo que se despoblase nuevamente, hasta que Ordoño I, en el año 856, consciente de su valor estratégico, encargó al conde D. Rodrigo su reconstrucción y subsiguiente ocupación, tomando a partir de entonces el nombre de Amaya Patricia.
Su fama y prestigio fué tal como frontera y vigía que bajo el mandato del conde Diego Porcellos, en el año 922, se hizo desviar el Camino de Santiago que atravesaba Alava, para hacerlo discurrir por Briviesca y Amaya en dirección a Carrión y Astorga.
Todavía en el año 989, las huestes de Abderramán ponen cerco y arrasan de nuevo la población en lo que sería la última batalla librada bajo sus murallas.
Posteriormente, bajo el reinado de Ramiro II, se lleva a cabo la definitiva repoblación, aunque el sucesivo traslado de las fronteras cristianas cada vez más hacia el Sur, hizo que las gentes que la habitaban fueran abandonándola para asentarse de forma definitiva en los valles inmediatos, desapareciendo así el rastro de la ciudad en las fuentes históricas.
Etimológicamente, el nombre de AMAIA * AMAYA ha sido tenido por vasco, intentando explicarlo mediante la palabra del dialecto vizcaíno amai "fin", "término" + el sufijo -a "el, la, lo", justificando así al hecho de estar aquélla en los confines de la Cantabria lindante con las tierras de los vacceos.
Su uso como nombre personal femenino comenzó en Vizcaya, Guipúzcoa y Alava tras la aparición de la novela "Amaya o los vascos del s. VIII", escrita por Navarro Villoslada en 1879, fruto de su imaginación y sin base histórica, falseando la historia de los vascos mediante la apropiación de una parte importante de la historia de Cantabria, hasta el punto de que dicha novela es considerada en muchos centros escolares de aquellas provincias un libro histórico, de obligado conocimiento entre los estudiantes.
La etimología real de este topónimo está basada en la raíz ide. * am(m)a "madre", atestiguada en numerosas lenguas ides.
En la onomástica de la P. Ibérica encontramos los nombres: Ama, usado entre los ástures y vacceos; y Amma (con geminación de la -m-), entre los galaicos bracarenses, astures y lusitanos.
Fuera del solar ibérico nos encontramos: Amma, en la Iliria; Amma y Ama, en Bélgica, Germania Superior e Inferior, y en los Campos Decumates; y el masculino Ammus, en Bélgica.
De ahí que el mencionado vocablo * am(m)a puede ser un préstamo al vascuence con el mismo valor y significado, resultado de las invasiones indoeuropeas y sobre todo celtas, que atravesaron el territorio vascón durante su llegada a la P. Ibérica, así como por el hecho de ser vecinos los vascones (actuales navarros) de los várdulos, caristios y berones, (actuales vizcaínos, guipuzcoanos y riojanos).
Estos tres últimos pueblos pertenecían al conglomerado de pueblos de lengua indoeuropea, como lo pone de manifiesto su onomástica y toponimia antiguas.
El sufijo procede también de un ide. * -io- / -ia-, especialmente activo en las lenguas celtas donde sirve para formar nombres de acción, adjetivos, nombres de agente y topónimos.
En los nombres personales lo encontramos formando dobletes: así, All-ius está construido sobre All-us; Camal-ia, sobre Camal-a; etc..
Este mismo sufijo también es muy frecuente en gr., lat. e ilirio, donde forma adjetivos y nombres personales.
AMAIA *AMAYA, significa en sentido literal: "la (ciudad) madre", lo que en la toponimia puede equivaler a "la capital".
Ammaia (com -m- geminada = -mm-)es también el nombre de una ciudad de la Lusitania, hoy Portalegre, perteneciente al Conventus Pacensis, y que llegó a alcanzar el status de municipum, probablemente en la época de Claudio, tal como se cita en una inscripción del año 161 d.C.
Relacionada con ésta misma, existe otra inscripción publicada por E. Croag en el año 1933, en la que se alude a la Civitas Amaiensis.
Es evidente el parentesco onomástico entre la ciudad cántabra y la lusitana, lo que invalida la tesis de explicar su nombre por el vasco, ya que Ammaia estaba situada en el centro del Conventus Pacensis, bastante alejada de cualquier frontera o límite, y por otro lado la onomástica antigua de cántabros y lusitanos guarda una gran relación.
En la toponimia actual aún encontramos, aparte de los que llevan el sobrenombre de Amaya por hallarse cerca de su emplazamiento, los pueblos de: Amayas (Guadalajara), en el interior de la Celtiberia; Amayuelas de Arriba y de Abajo, (Palencia), en territorio vacceo limítrofe con los cántabros; y Amayuelas de Ojeda (Palencia), en territorio cántabro, al NO. de Amaya.
En resumen: Amaya-Amaia, es un topónimo (y como tal, un nombre de persona) cántabro, ya que tanto las fuentes escritas como la toponimia nos han legado su huella y el testimonio de su existencia, lo que le da carta de naturaleza cántabra; de ahí que los nomenclátores vascos deberían eliminarla de su relación o bien aclarar su verdadero origen.
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