Me identifico mucho con el comentario anterior, pues de pequeña odiaba mi nombre y no entendía porque me lo habían puesto, pero en muchas familias es tradicional poner al primer hijo/a el nombre del padre o madre, lo consideraba feo y soñaba con crecer y cambiármelo por el de "Mar". Pero finalmente la balanza se fue inclinando. Fueron disminuyendo los que me hacían repetir mi nombre porque no lo entendían, los que me decían que era extraño (por no decirme que lo encontraban feo) y aumentaron los que me decían que era un nombre original y poco oído.
Al final me he ido acostumbrado a tener este nombre "original y poco oído", aunque también es verdad que los diminutivos y motes están a la orden del día, y estoy orgullosa de llamarme igual que mi madre, pero a punto estuve de llamarme Maria Griselda (ya se sabe, en epoca de Franco todas debíamos ser Vírgenes Marías......)
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